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lunes, 12 de marzo de 2012


Lo días, le parecían semanas. Las horas parecían que no pasaban más. Sé pasaba todo el tiempo esperando que pase la hora, su vida era tan monótona y aburrida, estaba cansada de esa soledad que la desesperaba, de ver como la casa con el pasar de los días se iba haciendo más grande, más oscura, y la soledad que había por las tardes la acuchillaba por dentro. Cada vez que ella se miraba el espejo, veía todo el pasar de los años sobre sus ojos, esos ojos que algún día habían brillado de felicidad con todas las fuerzas, ahora estaban apagados, opacos, a punto de llorar. Sentía tanto vacio, se sentía tan sola, tan invisible. Se sentía tan mal, porque ella se alejo de todos, porque ella ya no era feliz con la gente con la que antes solía reír, ella se sentía nada, sentía que nada la podía revivir, se sentía muerta en vida, se sentía un fantasma caminando por la casa. Y así decidió morir, decidió matarse cada día un poquito, porque no le encontraba un sentido a la vida, a su vida. Empezó haciéndose cortes tan profundos, miraba su sangre caer, lloraba de dolor, pero nada le importaba. Dejo de comer, aunque el hambre la matara por dentro, no le veía un sentido a comer sola. Se entrego al alcohol, para ahogarse entre sus penas, entre sus dolores, para ahogarse en su propio llanto. Pero un día no aguanto más, estaba débil, estaba perdida, estaba vacía, y las palabras de la gente esas palabras tan duras, la atacaban, y ella no podía con eso, ella había perdido toda su fuerza, y decidió terminar con lo que había empezado, se suicido.


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